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domingo, 21 de noviembre de 2010

Análisis de la situación económica del país a partir de dos eventos fundamentales: los Objetivos del Milenio y el 4 % de educación. Por Danny R. Ureña

"La historia de los hombres es un instante entre dos pasos de un caminante."

Es difícil llegar al meollo de esta frase, pero es así y no hay mejor ejemplo que este país al que tantos queremos.

República Dominicana fue uno de los 147 países que en el año 2000 suscribieron la Declaración del Milenio, el compromiso más serio asumido en los últimos 20 años por los Jefes de Estados que conforman las Naciones Unidas, para mejorar la calidad de vida de las personas.

Recientemente nuestro excelentísimo Sr. Presidente, da a la luz pública que el país no podrá cumplir con el compromiso adquirido al firmar la Declaración del Milenio en septiembre de 2000 en el marco de celebración de la Cumbre del Milenio. Actualmente, la realidad de la República Dominicana en cuanto a la consecución de los ODM presenta más sombras que luces cuando ya se ha agotado más de la mitad del plazo para su conquista. Si bien es cierto que el país ha avanzado en algunas metas vinculadas a los ODM relacionados con educación y salud, es obligado señalar que estos avances han sido en cobertura pero no en calidad, de la gran asignatura pendiente. Así, el país mejora en infraestructura sanitaria y en cobertura escolar, pero los dos sistemas presentan problemas cualitativos que solo mediante una inyección de fondos dirigido a mejorar la calidad de dichos servicios, no la cantidad, se puede lograr.

Recientemente nuestro ministro de hacienda afirma en un periódico de divulgación nacional, “que no puede ser posible las peticiones” de la coalición que pugna frente al palacio el 4 % del producto interno bruto para educación, “que ni siquiera un 1%”. Es de ley como todos sabemos, que a este ministerio se le asigne dicho porcentaje del producto interno bruto, y que en suma sabemos que por el descalabro en que se encuentra nuestro sistema educativo en nuestro país, no es suficiente y todos sabemos que el desarrollo social depende de la educación.

Entendemos que el concepto de desarrollo social cambia radicalmente y que está sustentado en circunstancias, y que frente a las concepciones utilitaristas del desarrollo su finalidad última es la producción de la mayor utilidad global – pero no bebemos sacrificar el pilar de las sociedades futuras, jóvenes educados con nuevos paradigmas, de ahí debemos entender que el componente fundamental para el desarrollo social es la educación, su indicador fundamental resultaría ser el 4% del PIB para educación y la idea de justicia social se limitaría a exigencia del pasado y así nuestro país podría enrumbar sus pasos hacia una concepción de desarrollo diferente, cimentada en una noción de calidad no de cantidad, lo que entendemos debe ser el centro y es donde tendríamos como eje, los jóvenes educados bajo este régimen.

Este juicio es especialmente relevante por dos motivos: por un lado sitúa a los/as estudiantes como centro del proceso de desarrollo social y no como medio para el logro de otros objetivos como puede ser el crecimiento económico como chivo expiatorio, tal es el caso del “Plan Decenal” y en especial las “Pruebas Nacionales” que no son más que mecanismos para conseguir préstamos. Y, por otro lado, el desarrollo pasa a ser algo referente a las personas que rodean al gobierno de turno y no a la Nación.

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